"Ultra Derecha"

Es curioso cuando se habla de los liberales como la “ultra derecha”. Parece ser un tipo de 

narrativa, inconsciente para muchas personas, donde ya la “derecha” es algo suficientemente 

malo por alguna razón. Después estaría la “extrema derecha”, algo casi abominable, y por 

último la “ultra derecha”, una forma política casi terrorista que tiene por finalidad el 

exterminio de la humanidad o tal vez de todo el universo. 

Sin embargo, cuando se analizan las ideas de estos extremistas nos encontramos con elementos de este tipo: para vivir en sociedad es importante proteger la vida, impedir y castigar los asesinatos. De igual manera es clave impedir y castigar el robo y la estafa, es decir, 

respetar la propiedad privada. Estos principios básicos son tan elementales que, según estos extremistas, la vida en sociedad no sería posible sin ellos. 

Un corolario de estos principios éticos es la libertad económica, que viene del respeto por la  propiedad privada. Además esta gente dice que la libertad económica es beneficiosa, debido a que los intercambios voluntarios son mejores que los intercambios basados en la violencia. Es decir, la violencia no es constructiva ya que, por definición, destruye.

Todavía más curioso es que quienes suelen enarbolar estas narrativas que nos alertan sobre  estos extremistas son las personas que promulgan las ideas opuestas a las citadas: rechazo de la propiedad privada, cuyo corolario es la economía planificada por el gobierno, lo que conduce a la completa falta de libertad y el totalitarismo, así como la pérdida del derecho a la vida. El fenómenos no deja de ser todavía más notable, en cuanto la aplicación práctica de tales ideas contrarias a los principios citados se practicaron a gran escala en el siglo veinte (y a 

escala creciente en este siglo), con el resultado de millones de muertes por violencia y hambre, 

no solo el conocido “holocausto” (nacional-socialismo) sino el socialismo en general, cuya violencia es del todo inimaginable si no fuera porque es un hecho. Y notorio es que toda esta violencia ni siquiera ha sido históricamente reconocida por quienes apoyan estas ideas totalitarias, quienes, en un mundo mejor, deberían arrodillarse y pedir perdón entre sollozos por el resto de sus vidas, pensando en los millones de víctimas jamás reconocidas.

Fermín Garay


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