Las actitudes frente al gobierno de Milei: una mirada desde los niveles de conciencia.
En el contexto político argentino
actual, las reacciones frente al gobierno de Javier Milei han sido múltiples y
diversas. Entre los críticos, se pueden identificar al menos cuatro tipos de
actitudes claramente diferenciadas, que no sólo expresan posiciones ideológicas,
sino que también parecen reflejar distintos niveles de desarrollo de la
conciencia, tal como los describe el pensador Ken Wilber. Este ensayo propone
examinar esas actitudes a la luz de dichos niveles, con el fin de ofrecer una
comprensión más profunda del fenómeno.
La primera actitud es la de los
llamados "liberales puros", quienes critican a Milei por alejarse de
la doctrina liberal en su sentido más riguroso y académico. Desde esta
perspectiva, el gobierno actual no representa los ideales que se encuentran en
los textos de los grandes pensadores liberales. No obstante, esta crítica suele
carecer de una dimensión contextual: ignora los pequeños avances que podrían
estar conduciendo, aunque sea parcialmente, hacia una mayor libertad económica en
un país históricamente marcado por el estatismo.
La segunda actitud proviene de
los izquierdistas o socialistas declarados, quienes naturalmente rechazan
cualquier medida orientada a la liberalización económica. Desde su visión del
mundo, no sólo la libertad económica sino incluso los derechos individuales
pueden ser vistos como expresiones de un orden injusto o perverso. En este
caso, el rechazo es coherente con su sistema ideológico, aunque esté anclado en
una interpretación rígida de la realidad.
Una tercera actitud, más
enigmática, es la de aquellos que rechazan todo lo que hace el gobierno de
Milei sin adscribir a ninguna ideología en particular. Se trata de una
oposición visceral, que niega incluso datos económicos verificables, como la
desaceleración de la inflación. Estas personas no logran articular un juicio
coherente sobre si tales datos son positivos o negativos; simplemente los
rechazan con bronca. Su crítica no se basa en argumentos ni en valores
definidos, sino en una especie de rabia sin causa consciente. No hay un marco
conceptual que oriente sus opiniones, sólo una negación sistemática.
Por último, existe una cuarta
actitud, la menos frecuente pero quizás la más lúcida: la de quienes realizan
críticas equilibradas, capaces de reconocer tanto los avances como los errores
del gobierno. Esta postura no se deja llevar por prejuicios ideológicos ni por
emociones desbordadas, sino que intenta evaluar la realidad de manera objetiva,
considerando sus múltiples matices.
Estas cuatro actitudes pueden
ponerse en relación con los tres grandes niveles de conciencia que Ken Wilber
identifica: preconvencional, convencional y postconvencional. La actitud del
rechazo visceral y sin fundamento parece encarnar el nivel preconvencional,
caracterizado por el narcisismo y la resistencia a toda forma de límite o
verdad que desafíe el propio deseo. La crítica rígida y doctrinaria, como la de
algunos liberales puros o los socialistas ortodoxos, corresponde al nivel
convencional, donde la conciencia se aferra a un sistema de ideas como verdad
absoluta, negándose a cuestionar sus propias creencias. Finalmente, la crítica
equilibrada encarna el nivel postconvencional, que permite evaluar los
fenómenos con distancia, analizando tanto sus luces como sus sombras, sin apego
dogmático.
En conclusión, las reacciones
ante el gobierno de Milei no sólo expresan diferencias ideológicas, sino
también distintos grados de desarrollo de la conciencia. Reconocer estos
niveles puede ayudarnos a comprender por qué ciertas personas se aferran a
posturas viscerales, otras a ideales rígidos y algunas pocas logran adoptar una
mirada crítica y matizada. En tiempos de polarización, esta última actitud es
la que más necesitamos cultivar.
Fermín Garay
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