Milei y liberalismo

 

Milei y liberalismo

 A veces alguien pregunta si las políticas implementadas por Milei son realmente liberales. Podría decirse que la primera versión de la Ley Bases representaba un verdadero proyecto de reformas liberales. Sin embargo, de ese plan original pudo concretarse muy poco, debido principalmente a la fuerte oposición del Congreso, de los jueces y de otros sectores corporativos, aunque también el propio gobierno tiene su cuota de errores. No estando uno dentro de ese contexto, es difícil saber qué factores intervienen en dichos desaciertos.

En la actualidad, podría afirmarse que el gobierno ha logrado un cierto grado de equilibrio económico o “equilibrio fiscal”. Para muchos eso será poco, pero para Argentina es enorme. No obstante, este equilibrio es muy frágil y se encuentra en constante riesgo de quebrarse. Dicho equilibrio es lo que permite ir controlando la inflación, aunque, como todo en la vida, tiene un costo. Sin embargo, continuar con una inflación descontrolada también implicaría costos elevados.

Es probable que, en el mejor de los casos, el gobierno logre alcanzar una estabilidad que permita un crecimiento moderado de la economía en el futuro. En caso contrario, el país volverá al déficit fiscal, a la inflación y a más impuestos, ya que hasta el momento no se vislumbra otra opción política con intención de controlar el gasto público.

Hacer liberalismo en un contexto estatista es extremadamente difícil, probablemente más de lo que podamos imaginar. Para beneficiar al conjunto de la sociedad, un gobierno no debe privilegiar a ningún sector en particular. Sin embargo, dejar de favorecer a esos sectores genera inevitablemente reacciones de enojo y descontento, lo cual es lógico.

Si el gobierno hubiera logrado mayorías en el Congreso, implementar reformas estructurales habría tenido un costo mucho menor, porque el crecimiento económico habría sido exponencial, mitigando así las reacciones de malestar. Al no poder llevarse a cabo esas reformas, lo único que queda es evitar el colapso de la economía, pero sin los resultados espectaculares que podrían haberse alcanzado al aplicar todas las transformaciones necesarias.

Por lo tanto, gran parte de la población tal vez no note una mejora significativa en su calidad de vida, mientras que los sectores que dejan de recibir recursos se resienten. En este peligroso equilibrio se mueve el gobierno, enfrentando una oposición encarnizada que aprovechará políticamente cada falla y dificultad posible.

Esto es lo que toca hoy; mañana veremos.

Fermín Garay


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