Generación salvadora
Hoy la dirigencia política se ve
obligada a comenzar a girar su discurso hacia donde están soplando los vientos
de mayor libertad, apertura y sinceramientos y la confirmación de que la
tecnología, en sus diversas variantes, será la punta lanza de cualquier
política pública o privada que pretenda ofrecer opciones originales y
disruptivas.
Ahora bien. ¿Por qué no la vieron
venir? ¿O por qué están actuando tarde? ¿Creyeron que la miseria siempre podría
ser tapada con el discurso de siempre? ¿No se dieron cuenta que los jóvenes
venían escuchando discursos de otros jóvenes y de otros no tan jóvenes, pero sí
con ideas novedosas sobre la libertad y su inexorable camino hacia la paz y la
prosperidad? ¿Creyeron que los jóvenes tecnologizados hasta los tuétanos se
comen el verso de burócratas y de autoperceptores que aún siguen en excitados
cuando ven papeles, sellos y banderas multicolores? ¿Descuidaron la tecnología
que como despertador generaba mentes ávidas de mundo y progreso creyendo que
solo la mística, las dádivas y los cargos públicos serían, in eternum,
sinónimos de éxito en la vida?
Ahora muchos señores y señoras con
muchos años en sus espaldas adoptan ese
adolescentrismo que habla el genial (y censurado por los medios argentinos
mientras lo aclaman en todo el mundo) Agustin Laje en el sentido de querer
mostrarse como súper cancheros y con “onda” de frescura liberal, pero cuidado!:
que solo mostrándose lector o conocedor de autores o de doctrinas liberales o
parecer ser un conocedor de las redes sociales, no es suficiente. Los jóvenes
hoy no solo exigen tecnología y libertad sino también valores, valores como la
sinceridad y la coherencia; los jóvenes exigen esencias, no superficialidades.
Ya no exigen, como exigíamos (y exigimos) nosotros, solo apariencias y buenos
modales o hablar pausado o decir cosas lindas sin decir nada, ahora los jóvenes
también exigen firmeza, coraje, decisión, y sobre todo, ideas; a los jóvenes ya
no les alcanza las palabras edulcoradas y los gestos adustos, los jóvenes piden
un programa de gobierno que los acerque a los unicornios o a las mejores
universidades del mundo o a dónde te paguen un precio por lo que podes dar a
cambio y poder vivir en paz mientras progresan.
Hoy los jóvenes argentinos están
despertando a los viejos dormidos y anestesiados. Los jóvenes están haciendo
que pensemos, que nos cuestionemos antiguos paradigmas y exigen que reflotemos
los que supimos abandonar hace tiempo. Hoy los jóvenes nos están mostrando que
podemos volver a emocionarnos, nos están dando una nueva oportunidad, nos están
demostrando que la sabiduría no viene solamente de la mano de la edad sino
también de la razón y el corazón. Nos están gritando, sin poder entender como
no reaccionamos al ver la herida y el desangrado y que no hagamos nada.
Es hora que los viejos dejemos
atrás las vergüenzas, los temores, la falta de convicción, la cobardía, los
errores y hasta las defecciones conscientes e inmorales y volvamos a levantar
los principios e Instituciones de nuestra Constitución Nacional del año 1853
que nos hicieron uno de los países más avanzados del mundo, devolvámosles y
demostrémosles a nuestros jóvenes que Argentina puede volver a ser, por qué ya
lo fue, un país en donde pueden vivir en paz y progresar como en los países a
dónde los estamos obligando a emigrar para escapar de una inflación cada día más
bochornosa y de una inseguridad paralizante.
A pesar de todo esto los hay
quienes aún siguen navegando en las aguas de la mixtura eterna, del "bien
correctismo político", del fu ni fa o del fu más fa, del centrismo cómodo,
cínico y cobarde. Los jóvenes ven a Messi y la selección de fútbol, escuchan el
Himno Nacional y estudian los próceres que nos dio la historia y se agarran la
cabeza… Cada vez queda menos tiempo para seguir haciendo la del avestruz o la
del siglo XX cambalache; si aún creemos que hicimos y estamos haciendo las
cosas bien o que haber hecho algo bien en algún momento nos da impunidad para
que no nos endilguen errores, revisemos el GPS porque vamos a chocar el
colectivo con todos los aplaudidores adentro, aunque siempre algunos logran
saltar a tiempo pero parece ser una era más complicada para los saltimbanquis
de último momento.
Aquí no se desbarrancó (aún)
totalmente, como en otras épocas no tan lejanas, gracias a qué se pusieron en
la discusión, temas que nadie se animaba a poner sobre la mesa y que fueron, a
grandes rasgos, las que hicieron grande al país a fines del siglo XIX y
principios del XX y que hacen prósperos (porque no abandonaron aquellas ideas)
a las potencias del mundo, incluidos países de nuestra región, pero como se las
fueron dejando olvidadas de a poco, hoy nos debatimos nuevamente entre la
espada y la pared.
No le tengamos miedo a la
libertad, la libertad no es de nadie, sino que es de todos, la libertad no
significa no empatía o no solidaridad, ni significa privilegios sino todo lo
contrario...lo jóvenes entendieron y nos recuerdan que la única forma de ser
verdaderamente empáticos, solidarios y equitativos, es siendo libres para poder
progresar. Ya entendieron que una vez que la mentira comienza a aparecer, es
solo cuestión de tiempo para que todo se comience a corromper y la miseria
aflore con sus peores caras y la libertad se esfume, cayendo en manos de
totalitarismos nefastos y cruentos.
Los jóvenes están hartos de las
mezquindades y lo expresan, ya no soportan las injusticias, dicen basta a las
actitudes cobardes, a las mentiras, a las peleas de palacios… se cansaron de
los dobles discursos: ellos saben que 2+2 es 4 y que no es 6 o 2.500... los
jóvenes están reclamando, en su desparpajo y sin correctismo político alguno,
el presente y un futuro que se merecen y que son suyos, lo que nuestros
próceres lograron y que, lamentablemente, nosotros no supimos (elegantemente
hablando) conservar.
Hoy nuestros jóvenes son los 300
Espartanos y no nos queda otra que acompañarlos y demostrarles que entendimos
el mensaje, que comprendimos que ya no hay caretas y que las mixturas, que
pueden ser para momentos específicos y por un corto periodo de tiempo, hoy no
son aplicables y que se necesita un rumbo bien claro y definido. Llegó la hora
que la dirigencia clara y contundentemente diga qué lugar elige y qué papel va
a jugar según sus convicciones y las defienda en consecuencia así la ciudadanía
pueda optar por la alternativa que más le convenza; ya no hay lugar para el
embuste de la demagogia y las mentiras a largo plazo del progresismo. Llegó la
hora de optar, entre volver a los principios y valores de la Constitución del
53 o a seguir tergiversándola y terminar peor que Venezuela.
Así como los medios de
comunicación están siendo reemplazados por medios digitales y por las redes
sociales, hoy los jóvenes ya no quieren fotos ni comités ni unidades básicas ni
inauguraciones de obras que deben hacerse per se (saben que para eso son los
cientos de impuestos), ya no quieren ni oír sobre "planes sociales" y
ni que se siga inflando el estado con más y más gente inidónea… los dirigentes
que no lo vean así o no lo quieran ver, tendrán el mismo destino: quedarán
obsoletos.
En estos momentos hay una juventud
cansada de ver como en un mundo de unicornios e inteligencias artificiales, le
quieren imponer restricciones inmorales a sus anhelos y sueños, por eso mismo
hoy no se reclama que se vayan todos sino se exige que, de una vez por todas,
tomen la posta aquellos dirigentes que, con firmeza y convicción, cumplan y
hagan cumplir, las normas, y sobre todo, los principios rectores de la
Constitución Nacional.
Siempre hubo y habrá un núcleo
termosellado e idiotizada que seguía en masa a un líder mesiánico y, por otro
lado, una pensante y crítica, con las características propias de cada momento.
Por ejemplo, cierto sector habla y dice apenarse de una “generación diezmada” y
justamente hoy están diezmando a jóvenes que ven cómo se esfuman sus
posibilidades, sueños, anhelos, etc., precisamente son estos jóvenes –y otros
no tanto- ya se cansaron de los discursos de épicas pasadas y de los tibios
cantos de sirenas, saben que con esos discursos no van a fundar una start up ni
van a conseguir un laburo en donde les paguen en una moneda que no se les
derrita en unos minutos como helado en verano.
Es evidente que ingresamos a un
nuevo (¿viejo?) período con sus características propias y el dirigente que no
lo vea, no será tenido en cuenta. Estamos frente a la generación de los Agustin
Laje y de los Kun Aguero, donde el progreso en base a trabajo genuino y la tecnología
serán el piso de sus exigencias. Evidentemente es un ciclo en donde la A.I
marcará su impronta y nuestros jóvenes, por suerte, ya están preparados para
ese embate porque tienen los valores que la coyuntura exige, conocen sus pros y
sus contras, no como nosotros que fuimos “víctimas”, por no estar preparados
para una catarata indiscriminada de información digital.
Así como la comunicación está
mutando, la política deberá amoldarse sino los proyectos superadores caerán en
saco roto y seguiremos a la deriva. Muchos hablan de una generación sin rumbo
pero son los mismos que condujeron, en mayor o en menor medida, a millones de
chicos y adolescentes a la falta de posibilidades, de ahí a los vicios, a la
prostitución y/o al crimen organizado, que no está demás decir, a esta altura
ya es algo endémico en las grandes urbes como Rosario y el conurbano
bonaerense, pero a pesar de toda esta debacle moral e institucional, hay una
generación pensante que está en una revolución silenciosa y pacífica que
construye valores, que emprende, de jóvenes realmente solidarios pero desde una
solidaridad bien entendida y real y no solo declamativa o demagógica, de esa
solidaridad que enseñan las azafatas sobre quién debe colocarse las mascarillas
en primer lugar si se quiere ayudar o prestar asistencia de manera eficiente.
Ésta revolución silenciosa, como
todo movimiento rupturista o disruptivo puede tener efectos colaterales no
deseados luego de años de obscenidad política y social pero no vengan a culpar
a los de hoy porque a la infección actual es fruto de mirar a otro lado durante
décadas; también puede haber pícaros y quienes quieran aprovecharse de las circunstancias,
aunque ya cada uno o cada una tiene picado el boleto.
Muchas décadas de desatino y
conductas disvaliosas, en donde cada uno sabrá cuánto aportó, acotan la
probabilidad de una salida totalmente indemne a este desaguisado actual. Este país cruje. Años de desaciertos y
encontronazos entre argentinos están desembocando en un hartazgo generalizado
sobre todo en las nuevas generaciones, pero con matices mucho más relevantes de
aquel ultra visceral "que se vayan todos". Hoy el grito no es a las
personas sino a las ideas y, sobre todo, a las ideas positivas, hoy el grito
es: "Que venga el progreso", “que venga la libertad” “que venga el
trabajo honesto” y ven que el progreso sólo es posible con la libertad de la
Constitución Nacional de 1853 de Juan Bautista Alberdi y José Benjamín
Gorostiaga.
Los niños que vieron revolear
bolsos en los conventos, son los jóvenes que después sufrieron la desilusión
con el gradualismo del gobierno de Cambiemos… son también esos jóvenes que
fueron confinados a un encierro brutal (y anticonstitucional) y a amenazas con
diversos fines, son también aquellos que vieron morir a familiares y amigos
mientras otros hacían fiestas clandestinas y obtenían inoculaciones
prebendarias; ellos conocen la historia y escuchan los lamentos de los mayores
y no quieren vivir lo mismo, sienten que ya se dio muchas posibilidades y que
si no se vuelve al orden y la legalidad no hay solución posible.
Pareciera que las generaciones de
los Agustín Laje y los Kun Aguero, tienen su síntesis, en valores que estamos
recuperando y que quién los supo blandir más ejemplarmente fue el gran prócer
moderno, nuestro gran DR. Rene Favaloro.
Hay esperanza, pero no hay tiempo
señores y señoras: o definimos un rumbo constitucionalista firme y decidido y
sin tibiezas o nos colonizan unos orkos salvajes y desesperados por la carroña
que quedará de este país si no escuchamos los gritos de nuestros jóvenes que
están dejando Ezeiza.
Recuperemos los laureles que
supimos conseguir. Oíd mortales el grito sagrado: Libertad, libertad, libertad.
Gracias y espero que aporte algo a alguien 🤗
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