¿Por qué existe la izquierda o el socialismo?
¿Por qué existe la izquierda o el socialismo?
Es una pregunta que tal vez se pueda
responder con relativa facilidad si uno la piensa desde un punto de vista
histórico, analizando el origen y el desenvolvimiento de diferentes ideas a lo
largo del tiempo.
Pero la pregunta no es tan sencilla
de responder si uno la piensa desde un punto de vista filosófico. Muchos dirían
que la izquierda es el marxismo. ¿Pero cómo puede seguir vigente el marxismo?
La teoría del valor-trabajo fue demolida hace tiempo por la ciencia económica.
¿Y qué es el marxismo si es falsa su teoría económica? Si es falsa la teoría
del valor trabajo es falsa la teoría de la explotación. Sin teoría de la
explotación no tiene sentido la revolución marxista ni el advenimiento del
comunismo futuro.
A veces la izquierda se identifica
con el ambientalismo. En ese caso la izquierda debería ser algo totalmente
diferente del marxismo, deberían rechazar el marxismo. Ya que no hay nada más
opuesto a una teoría de armonía con el medio ambiente que la teoría de Marx.
Para Marx lo que define al ser humano es el trabajo, que consiste en
transformar constantemente la naturaleza para adaptarla a los fines humanos. El
ser humano es colocado, en la teoría de Marx, en un plano casi divino. Lo único
real es el mundo humano, el ser humano que transforma la naturaleza y crea su
propio mundo.
¿Es la izquierda la defensa de los
derechos humanos?.. ¿Pero cuáles derechos son esos? Demostrada falsa la teoría
del valor trabajo, también es falsa la teoría de la expropiación por parte del
capital. Y por lo tanto los derechos de propiedad deben seguir siendo los
mismos, no hay “expropiación de la propiedad del trabajador”, no hay
“plusvalía”.
El marxismo pretendía ser el
“socialismo científico”, es decir, brindar un fundamento científico al
socialismo anterior a Marx calificado como “utópico”. Pues bien, es justamente
el aspecto científico del socialismo el que ha sido superado por la ciencia
económica.
En este sentido, el socialismo vuelve
a ser utópico, una teoría no científica que puede ser creída en un contexto más
parecido al de la religión en un sentido mitológico.
Desprovisto de su fundamento
científico, podría decirse que el socialismo es una tendencia del espíritu
humano. Una tendencia que, por alguna razón, quiere que la realidad social sea
de determinada manera. Una especie de añoranza de un mundo feliz, sin carencias
ni limites.
Para Hayek, el socialismo es, en el
fondo, una añoranza de una condición de vida primitiva, cuando el ser humano
vivía en pequeños contextos tribales. Y entonces sí, las necesidades eran más o
menos las mismas, había un líder que dirigía la tribu, un interés social
compartido, los recursos podían redistribuirse sin necesidad de mercados ni
comercio, etc. En esta primitiva condición era efectivo el altruismo, la total
adaptación del individuo al grupo.
Esta primitiva condición permanece
dormida y siempre latente, tal vez en algún lugar de nuestra psique o nuestros
genes, intentando volver todo el tiempo a aquella antigua forma de supervivencia.
O tal vez el socialismo sea algo aun
más primitivo y constitutivo del universo… una expresión de la segunda ley de
la termodinámica, la ley que muestra a los sistemas moviéndose hacia un estado
de mayor desorden o aleatoriedad, también llamada “entropía” o “entropía
positiva”.
Siempre pensando en un plano
puramente hipotético, tal vez el socialismo es la entropía manifestándose en el
plano social, una tendencia autodestructiva constante. Una tendencia que debe
ser equilibrada por una tendencia opuesta: la entropía negativa, que es la
misma vida, en su constante búsqueda de evolución y una mayor integración.
Sin embargo, siendo ambas tendencias
un aspecto constitutivo del universo, no podrían destruirse por completo una u
otra. Pero sí debe imperar la entropía negativa, la tendencia hacia la vida y
la evolución.
Liberalismo y socialismo serian
entonces una de las maneras en que se manifiesta, en el plano social, estas dos
tendencias del universo, la entropía positiva y negativa.
(Siempre de manera especulativa,
estas dos tendencias tal vez puedan
conectarse con lo que Freud llamó “Eros” y “Tanatos”).
Fermín Garay
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