La humanidad frente a la aberración de los execrables
La humanidad frente a la aberración de los execrables
El 7 de octubre de 2023 es un día
que será recordado como uno de los hitos atroces que asolaron la humanidad.
HAMAS (los execrables) en un acto salvaje atentó contra la especie humana,
porque en aras de una ideología execrable, desdeñó el humanismo, provocando una
de las mayores atrocidades del siglo XXI, donde, ese atentado fue contra un
pueblo, el israelí, pero, también contra la humanidad.
El
año 1945 se sanciona la Carta de las Naciones, y la creación de la ONU, y con
ello surgirá con toda la fuerza el principio “pro homine”, el cual se propagará
por toda la faz de la tierra, a través de organismos supra nacionales, comunidades
internacionales de distintas jerarquías, tratado internacionales, influirá en
los ordenamientos jurídicos estatales, en las sociedades, y propiciará el
llamado Convencionalismo Humanista, ideario que posibilitó el surgimiento de la
rama del Derecho, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
La
evolución llevó a que, con el tiempo, por obra de la aparición de otros
derechos, como el Derecho Ambiental, el Derecho a proteger los recursos
naturales de la explotación irracional, el Derecho al Desarrollo Económico
Humanista Sustentable, motivaron, pensar en término de especie, motivo por el
cual puede decirse que conviven con aquel “pro homine”, el “pro especie”, que
desde la década del noventa numerosas constituciones lo han incorporado bajo la
expresión “generaciones futuras”, donde “pro homine” es referencia a persona
presente; y “pro especie” es raza humana presente y futuro.
“Pro
Especie”, “raza humana”, dos conceptos que se unen bajo una misma concepción,
la protección de las personas. Los seres humanos desde aquel 1945 a la fecha
han logrado avance, sin embargo, como decía Aristóteles “…así como el ser
humano, cuando alcanza su perfección es el mejor de los animales, así también,
fuera de la ley y la justicia es el peor de todos.”. La segunda parte de esta
expresión conjuga las numerosas manifestaciones de seres aberrantes, que solo
tienen forma humana, pero son peor que las alimañas, que las plagas, son
conceptualmente inhumanos, y que, como alimañas o plagas deben ser objeto de
exterminio, no hay tibieza para las aberraciones humanas, y los atentados que
efectúan amerita pronunciarse por el exterminio.
NO hay cabida en ninguna plegaria
de Dios, ni de sus representantes en la Tierra para estos seres aberrantes. Las
aberraciones humanas merecen la peor de la condena; porque los aberrantes
reniegan de la ley, de las instituciones, de la civilización, de los propios
congéneres, no saben de respeto.
Sin embargo, intereses espurios,
económicos, políticos, ideológicos han mostrado su lado más oscuro, fuera
expresándose con tibieza, silenciándose, provocando el peor de los pecados
humanos, la complicidad silenciosa frente este crimen de lesa humanidad, porque
las vidas truncadas aberrantemente por esas “inmundicias humanas”, amerita que
la humanidad toda debe pronunciarse, en solidaridad humana responsable, en
repudio, y en alzar la voz en todos los ámbitos de la humanidad,
institucionales o no, para evitar que vuelva a repetirse. Solo el hacer
efectivo evitará su repetición, los pronunciamientos, el hablar solo conduce a
declamaciones inconducentes.
NO hay excepciones, o hay
pronunciamiento reprochable o hay connivencia expresa y complicidad con este
crimen de lesa humanidad y con el accionar de los “aberrantes”.
Los países latinoamericanos,
lamentablemente en muchos casos, han mostrado una tibieza reprochable, que la
invocan gobernanzas, que son adictas a prácticas más sutiles, pero, que a las
personas individuales le profesan daños similares, muchas veces, irreversibles.
Estos países que han profesado una cultura humanista, que está explicitada en
convenciones y declaraciones americanas, cuya Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre fue señera construcción humanista, tienen el
deber y la obligación humana, política y jurídica de pronunciarse contra estas
aberraciones.
El mundo no puede mostrarse
impávido, tibio o silencioso frente a este u otros crímenes que pudieran
acontecer contra la humanidad. El mundo debe revisar su orden, porque, si bien
ha habido atentados en el siglo XX, el siglo XXI muestra una constante lucha,
silenciosa, artera, que, por momento se focaliza, por momento subyace, pero
persiste recurriendo a la peor de las armas, pretender confundir en aras de
lograr concreciones abyectas.
El terrorismo internacional, en
sus distintas formas es uno de los grandes desafíos de la humanidad en este
siglo XXI, y, por eso, no hay, ni hombre ni mujer, que pueda asistir como
espectador, porque es el hombre, pero también es la especie la que ha sido
agredida. Estos hechos, no preanuncian nada bueno, son tiempos donde la paz, la
seguridad de las personas cualquiera fuera su color o creencia está en riesgo,
como lo está la generación futura, las atrocidades contra los bebes así lo
demuestra.
Las Naciones, los organismos
internacionales, los gobernantes, los hombres y mujeres de buena voluntad que
habitan este mundo deben prevenirse, porque estas luchas no son guerras, es
combatir la aberración más execrable del ser humano.
GERARDO E VEGA, DNI 10.596.722
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