Interestelar y el futuro de la ciencia
Interestelar y el futuro de la
ciencia
En la película, el piloto de la
NASA Joseph Cooper se embarca en una misión desesperada al espacio con la
esperanza de encontrar un nuevo planeta habitable para la humanidad, destinada
a la extinción por el creciente deterioro de las condiciones que hacen posible
la vida en el planeta Tierra. Cooper debe abandonar a su familia, con gran
angustia, para vivir, junto a su tripulación, una situación desconocida y de
extremo peligro.
Uno de los aspectos científicos
que aborda la película es la teoría de la relatividad. Según esta teoría, el
tiempo transcurre de manera diferente, desde el punto de vista de un observador
externo, cuando viajamos a grandes velocidades o estamos inmersos en campos
gravitacionales distintos. La gravedad curva el espacio, lo que implica que, a
mayor fuerza gravitacional, más lento es el paso del tiempo desde un punto de
vista externo. La persona que vive en determinadas condiciones gravitacionales
no percibe esta diferencia temporal, pero, desde el punto de vista de alguien
que habita en otras condiciones gravitacionales, el tiempo transcurre de manera
diferente.
Por lo tanto, solo unas pocas
horas en un lugar pueden equivaler a décadas en otro, dependiendo de las
condiciones gravitacionales. Cooper y su tripulación experimentan este fenómeno
de manera dramática, conscientes de que cada hora que pasan en ciertas
condiciones puede significar décadas de tiempo en la Tierra, décadas de vida
que Cooper pierde con su familia. Este fenómeno, sustentado en investigaciones
recientes con relojes atómicos, refleja con precisión cómo el tiempo puede dilatarse
bajo diferentes fuerzas gravitacionales.
Otra teoría física presente en la
película es la idea de una realidad en cinco dimensiones. La realidad es
espacio-tiempo, una estructura que comprende altura, anchura, profundidad y
tiempo, todos ellos unidos en nuestra experiencia. Sin embargo, en la película
se introduce una quinta dimensión. En el filme, unos seres que habitan en esta
dimensión intentan ayudar y comunicarse con los humanos. En la quinta
dimensión, se trasciende el tiempo, de manera que presente, pasado y futuro
pueden ser observados desde fuera, como si fueran un único evento físico. Estos
seres utilizan la gravedad para atravesar el tiempo y enviar mensajes a los
humanos (la película revela quiénes son). Esta idea está relacionada con conceptos
de la teoría de cuerdas y los modelos de dimensiones adicionales que explora la
física teórica.
Otro de los elementos teóricos
que aparecen en la película está relacionado con las ciencias humanas: la
diferencia entre colectivismo e individualismo. En el filme, el profesor Brand,
científico teórico y promotor del proyecto que busca un nuevo mundo, representa
una perspectiva colectivista de los seres humanos. Es decir, Brand considera a
la humanidad como un todo, como especie, y no en términos de individuos. De
diferentes maneras, el colectivismo tiende a despreciar la vida humana
individual, dispuesto a sacrificar vidas particulares en beneficio de un
supuesto bien colectivo. Sin embargo, este “todo” humano resulta ser una
abstracción de la humanidad, y no los sujetos reales que viven y mueren. Por
otro lado, Cooper encarna la actitud individualista: piensa en sus propios
intereses, en los de sus seres queridos y en los de las personas individuales
de todo el mundo. La humanidad no es un todo abstracto, sino una suma de
individuos, cada uno con un valor intrínseco. Estas dos formas de entender al
ser humano son la base de dos sistemas políticos posibles para la humanidad: el
socialismo, basado en el colectivismo, y el capitalismo, centrado en la defensa
de los derechos individuales. La actitud de Cooper termina por inclinar la
balanza para salvar a la humanidad, mostrando que estos intereses individuales
tienen un impacto en “el todo” mucho más eficiente que el colectivismo, que
habría derivado en pura destrucción.
Otro elemento humanístico en la
película es la subjetividad humana. Aquí, la subjetividad se refiere a la
“interioridad”: nuestro mundo interno de anhelos, emociones, valoraciones y
significados. Este es el ámbito que estudia la psicología.
En el filme, Cooper descubre que
las emociones humanas, en especial el amor, son “cuantificables”; es decir, son
datos reales intrínsecamente unidos al funcionamiento del universo. En un
momento de la película, la doctora Brand, parte de la tripulación que viaja al
espacio, intuye esta teoría, pero no es comprendida por el resto de los
miembros. Este amor que siente la doctora Brand por un astronauta perdido la
impulsa a buscarlo; los sentimientos de Cooper por su hija lo ayudan a
transmitir un mensaje desde el mundo de cinco dimensiones; y la confianza de su
hija en que su padre no la ha abandonado la lleva a descifrar la teoría física
más increíble. Estas emociones terminan teniendo consecuencias físicas
palpables, lo que resalta cómo las conexiones humanas impactan tanto en la
subjetividad como en la realidad material.
Ahora veamos cómo se integran
todos estos elementos en una nueva teoría científica que aún no ha surgido,
pero que podría emerger en un futuro, esperemos, no tan lejano.
Podríamos decir, simplificando
mucho, que en diferentes épocas de la historia humana han surgido diversas
visiones del mundo y del universo. Tal vez podamos hablar de una antigüedad
basada en mitologías religiosas y concepciones racionalistas e idealistas, una
Edad Media marcada por una perspectiva teocéntrica, y una modernidad en la que
aparecen diversas concepciones de la espiritualidad, las humanidades y el
materialismo científico.
Algunos pensadores creen que en
nuestra era todavía falta una perspectiva unificada del universo. Esta visión
debería ser “no reduccionista”; es decir, no limitarse a explicar el mundo
material y biológico, sino también abarcar el mundo de la mente humana y la
subjetividad. Actualmente, las ciencias humanas y las ciencias físicas parecen
disociadas. Autores como Thomas Kuhn, Karl Popper y Paul Feyerabend han
intentado conectar la subjetividad humana con las teorías más “duras” de la
ciencia física y biológica.
Sin embargo, todavía falta una
teoría unificada que incluya física, biología y conciencia humana. El
materialismo científico y la teoría evolutiva darwiniana predominan. Esto nos
deja con una perspectiva materialista de la vida, en la que la conciencia
humana es vista como un accidente evolutivo, un “epifenómeno” de la materia.
Pasamos de un enfoque idealista y religioso a otro materialista y biológico. En
esta era, el problema de la interacción mente-cuerpo sigue siendo una anomalía.
¿Cómo explicar nuestra experiencia subjetiva de emociones, pensamientos y
necesidades en un mundo material? Este problema, conocido como
“interaccionismo”, sigue sin resolverse.
Un autor que presagia una nueva
teoría unificada es Thomas Nagel, en su libro La mente y el cosmos. Nagel
plantea la pregunta fundamental: ¿De qué naturaleza debe ser el universo para
producir seres conscientes, capaces de entenderlo y realizar valoraciones
morales? Si nuestra capacidad de ser conscientes no es un accidente evolutivo,
su posibilidad debe haber existido siempre, en potencia, desde el origen mismo
de la existencia.
La nueva visión unificada del
universo
Una perspectiva que podría
responder a estas preguntas es el “panpsiquismo teleológico” o “evolutivo”.
Según esta teoría, la conciencia es una propiedad fundamental de la materia,
presente en diferentes grados en todos los niveles de la realidad. El universo
tendría un propósito: avanzar hacia una mayor conciencia y significado. Esto no
implica necesariamente un Dios creador, aunque tampoco lo descarta, pero sí un
cosmos con propósito. Autores como Ken Wilber ofrecen marcos integradores para
pensar en una realidad donde la materia, la vida y la mente formen un todo
interconectado.
En resumen, Interestelar nos
invita a reflexionar sobre cómo las emociones humanas, como el amor, los
significados subjetivos y la estructura del universo pueden estar
interrelacionados. Aunque teorías como el panpsiquismo aún no están
demostradas, ofrecen un marco fascinante para pensar en el vínculo entre mente
y materia, y en cómo podríamos unificar estas dimensiones en una visión más
amplia de la realidad.
Fermín Garay
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