Un señalamiento a la política del presidente Milei
Un señalamiento a la política del presidente Milei
Críticas
desde el sector socialista
Las críticas que recibe Milei
provienen tanto del sector estatista o “socialista” como de algunos liberales.
Las críticas socialistas
(kirchnerismo-peronismo) no logran tener sentido porque se basan en visiones
“inconmensurables”, en el sentido de Thomas Kuhn. El socialista o estatista
vive en un mundo perceptual diferente al liberal. Es muy difícil el diálogo
cuando los mismos conceptos —“derecho”, “economía”, “libertad”, “sociedad”, “solidaridad”,
“empresa”, entre otros— tienen significados totalmente distintos según la
cosmovisión socialista o liberal.
Críticas
desde sectores liberales
Otro orden de críticas viene de
diferentes liberales. Estas son más complejas y atendibles. Sin embargo, en
gran parte parecen originarse en una falta de conciencia sobre los contextos en
los que debe moverse Milei. Estos críticos suelen señalar que “eso no es
verdadero liberalismo”.
El propio Milei, con su estilo habitual, llamó “libertarados” a los liberales
que, refugiados en el mundo académico, no comprendían los contextos del mundo
real. Existe, de hecho, una tradición en muchos liberales de rechazo a la
política como tal, especialmente entre quienes se autodenominan
“anarcocapitalistas” (ancap). Milei mismo se ha considerado anarcocapitalista,
pero también ha expresado que su postura ha variado.
En el libro Tratando de entender
al fenómeno Milei, de Juan Carlos De Pablo y Ezequiel Burgo, Milei da
razones por las cuales, en la práctica, ya no se considera a sí mismo ancap:
“En la práctica, no. Filosóficamente
me sigo definiendo como anarcocapitalista. Un día entraba yo al programa de
Mauro Viale y un señor de la colectividad (judía) me empezó a increpar por ser
anarcocapitalista. Y luego me insultó. (…) Le pregunté por qué me insultaba y
me respondió: ‘Yo vivo en Israel, ¿sabés lo que es decir que no tiene que haber
Estado cuando todos tus vecinos te quieren matar?’ Ese día me dije: este señor
tiene un punto. Una cosa es lo que uno opina o habla desde el escritorio o el
aula, y otra cosa es la vida real.”
No quiero decir que todas las
críticas de los liberales a Milei se deban a esa falta de comprensión del
contexto, pero en su gran mayoría me parece que sí. Es muy difícil discernir
las críticas correctas, porque no solo se requiere un conocimiento profundo de
política y economía, sino también la capacidad de ponderar qué cosas son
errores del gobierno y cuáles son limitaciones impuestas por el contexto. En
otras palabras: una cosa son los errores del gobierno de Milei y otra muy
distinta las acciones que no se le permiten realizar.
Si el gobierno de Milei fracasara,
me parece que sería más por lo que no le dejan hacer que por lo que hace.
Un
señalamiento posible
Hay, sin embargo, un señalamiento
que sí podría hacerse. Dada la tremenda oposición que enfrenta el gobierno
liberal en el Congreso, e incluso en el Poder Judicial, para implementar
reformas liberales, lo que puede aprenderse de esta experiencia es que los
liberales necesitan, antes que nada, conquistar el Congreso, más que la
Presidencia.
Tal vez eso no era posible en aquel
momento; quizás las circunstancias hicieron viable únicamente intentar la
presidencia. Es difícil saberlo. Pero podría haber sido otra opción jugar a
largo plazo, dedicando la popularidad lograda por Milei a formar un partido de
liberales selectos que lograra ocupar bancas en el Congreso. El país le habría
“estallado” económicamente a Massa, lo que habría hecho aún más propicio el
crecimiento liberal. Pero, repito, no podemos saberlo.
Los liberales han mostrado una gran
capacidad para enemistarse y para no jugar en equipo. Argentina es un país casi
imposible, que desconcierta incluso a los más profundos politólogos.
La lección
Sea que el gobierno de Milei logre o
no un viaje sostenido hacia un rumbo más liberal, la lección es la misma: los
liberales necesitan construir un partido sólido, estable, alineado, y
conquistar el Congreso. Una vez conquistado, podrán impedir avances estatistas
y, llegado el momento, acceder a la presidencia con mayorías, implementando así
reformas liberales.
Solo entonces los liberales podrán
ganar la guerra antes de empezarla.
Fermín Garay
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